Pedro Martínez Montávez: Orientalismo, Oriente(s) y Occidente(s)

Entrevistamos al profesor Pedro Martínez Montávez, Catedrático Emérito de la Universidad Autónoma de Madrid, a su paso por la Fundación Euroárabe, donde impartió la asignatura de "Orientalismo y postorientalismo", como parte del módulo de "Historia de las ideas el Mediterráneo", en el Máster "El Islam Hoy. Tendencias del pensamiento islámico y gestión de la convivencia y la diversidad" de la Universidad de Granada y la Fundación Euroárabe. En la entrevista, el profesor hace un repaso por distintos temas, partiendo de la definición del orientalismo, los occidentes y los orientes, la diferencia entre islam e islamismo, el neocolonialismo y el conflicto palestino-israelí. Según el arabista, "la brecha que se ha creado durante largo tiempo entre ese hipotético occidente y ese hipotético oriente, seguramente, por una serie de razones de carácter social y político, y la falta de entendimiento y de mecanismos humanos y culturales, posiblemente ha aumentado en vez de haberse reducido".

- Sesión del Máster "El Islam Hoy" impartida por Pédro Martínez Montávez y Carmen Ruiz Bravo-Villasante en la Fundación Euroárabe del 5 al 9 de febrero.

¿Cómo se define el orientalismo?

El orientalismo puede definirse como la idea, la imagen, las visiones, los relatos que desde el occidente se han construido respecto a oriente. Desde el principio, ya se plantea una pregunta: ¿Qué es el oriente y qué es el occidente? ¿Se puede hablar de un solo oriente y de un solo occidente?

Dentro de los muchos occidentes que existen, predomina fundamentalmente el occidente europeo, cristiano y desde hace unas cuantas décadas, también americano, o más bien norteamericano.

El oriente que entra dentro del marco del orientalismo es, fundamentalmente, el oriente islámico, y dentro del oriente islámico, el oriente árabe o arabizado.

Básicamente, el orientalismo es la relación, planteada casi siempre en términos de confrontación directa e inmediata, entre ese supuesto occidente cristiano, occidental y europeo, posteriormente americano, y ese supuesto oriente islámico, árabe o arabizado.

El problema es que esto se suele plantear en términos de confrontación, directa y casi de imposible solución. Y esta es una de las notas que hay que introducir para poder llegar a encontrar fórmulas de entendimiento entre ambas partes y, al menos, de convivencia mínima.

El único camino posible es el del entendimiento mutuo. ¿Eso a qué obliga? A desterrar la radicalización en los principios, las ideas, los comportamientos…, introducir cierta flexibilidad, y eso llevará a la comprensión, pasando por el conocimiento, del otro y de los otros.

Para eso hace falta conocer. El conocimiento es el camino más adecuado para llegar a esto. El conocimiento de los otros es, ciertamente complicado, porque exige una serie de técnicas, capacidades, gustos, preferencias, que son absolutamente necesarias.

Todo eso, como digo, es ciertamente complicado. Y en un mundo tan absolutamente esquematizado como es el mundo actual, en el que se manejan con una gratuidad tan sorprendente como abusiva y peligrosa conceptos como el de la post-verdad o el de que todo es válido, de que prácticamente la realidad no existe y todo es ficción, introducir estos caminos, es ciertamente difícil de concretar.

¿Cómo influyen los procesos migratorios?

Sin duda, han influido de una manera directa, inmediata. Porque los elementos, en principio ajenos, a ti, no los tienes fuera, sino que los tienes dentro, en casa. Eso exige ver la situación con otra perspectiva diferente, y habilitarse de otras capacidades.

Es un mundo paradójico, este, porque al mismo tiempo se están potenciando los elementos mundialistas o de mundialización, y estamos potenciando también los elementos contrarios, de particularización, fragmentación, oposición. Fórmulas cada vez más refractarias a lo general y a lo universal.

Nos vemos en esa paradoja y, naturalmente, los movimientos migratorios nos lo ponen delante, lo tenemos ahí. Te puede gustar o no gustar, pero está delante y tienes que reconocerlo. Y, sobre todo, tienes que reconocer también que no se ha producido por capricho, sino que se ha producido por unas causas concretas: la gente cuando emigra, no lo hace por gusto.

Porque por gusto no se es emigrante. Uno, por gusto, prefiere quedarse en su lugar, en el sitio que conoce, en su medio. Emigrar es una aventura dura que impone sometimientos, claudicaciones, dificultades. No sabes cómo se va a desarrollar tu vida. Estás en peligro, con frecuencia.

Conoces o no conoces la lengua del país al que te vas, conoces o no conoces la sociedad que te recibe. Y esa sociedad, ¿cómo te va a recibir? Naturalmente, todo esto son retos que, por otra parte, se han producido siempre, en la historia humana, pero que ahora se han hecho más acuciantes. Y es que no hemos propiciado políticas de recepción de inmigrantes convenientes.

¿Qué es el islamismo?

Hay que diferenciar entre Islam e islamismo, pues en muchas ocasiones se piensa que son sinónimos, y no lo son. Aunque el diccionario de la Real Academia Española cometa, desde hace mucho tiempo, el error, desde mi punto de vista, de considerarlos como términos sinónimos, pues el islamismo lo entiende como el Islam, y eso no es así.

Por islamismo hay que entender todas las formulaciones radicales del Islam. Y si son formulaciones radicales, chocarán de frente con todo lo que el Islam tiene de no radical, de permisivo y abierto a otras culturas, de universal y universalizable.

Seguramente, esta confusión se produce igual entre los tres grandes Credos, tenidos, teóricamente, como revelados, se ha introducido el sufijo –ismo: cristianismo, judaísmo… y, por extensión, se piensa en el islamismo. Pues no, el islamismo no es el Islam.

¿A qué remite el hecho de que el Islam no lleve el sufijo –ismo, como sí hacen el cristianismo y el judaísmo? El judaísmo remite, fundamentalmente, a un pueblo. Cristianismo, fundamentalmente, a un personaje histórico. El Islam no remite ni a un pueblo, ni a un personaje histórico: remite a sí mismo, a la propia idea que lo denomina. Hay que conocer, por lo tanto, esa idea y su significado.

El Islam no es la doctrina de un pueblo, o a partir de un personaje histórico. Es la doctrina elaborada a partir de su propia idea. Y más que de una idea, de una visión del mundo. El Islam no es, solamente, una doctrina religiosa. Es toda una civilización, una civilización universal, una manera de entender la vida, explicarse la vida y de comportarse en la vida.

Es, también, el asentamiento o la incorporación de unos principios de organización de la sociedad y de la vida política, del Estado o de la entidad política fundamental. Reducir el Islam al aspecto religioso, como se suele hacer es, no solo, cometer un error fundamental, sino también no tener en cuenta la historia de la humanidad y la historia de la cultura.

¿Por qué se produce esto? Sencillamente, porque lo que nos caracteriza cuando hablamos del Islam es la ignorancia, el desconocimiento casi absoluto que tenemos de él.  Esto se está tratando de modificar, de subsanar en los últimos tiempos. Sobre todo, porque el Islam ya no está fuera, está en nuestra casa. Ello exige un esfuerzo de conocimiento, para luego opinar.

¿La radicalización religiosa aumenta la brecha entre oriente y occidente?

Sin duda alguna. Lo que pasa es que, al hablar de radicalización religiosa, habría que hablar más bien de radicalizaciones religiosas. La radicalización religiosa no se produce solo en el contexto islámico, aunque quizá, en algunos aspectos, en el contexto islámico esa radicalización religiosa se haya incrementado. Pero la radicalización religiosa existe también en el cristianismo, y en el judaísmo.

La interpretación radical o radicalista está por encima del Credo o la doctrina. Yo estoy totalmente en contra de cualquier manifestación terrorista, fundamentalmente porque el terrorismo yihadista, al que más perjudica directamente, es al propio Islam. Hay más muertos por terrorismo islamista en el mundo musulmán que en el mundo no musulmán.

Todo eso está unido al sistema de propagación de las noticias, y a la difusión de los medios. Un atentado es siempre rechazable y execrable. Si este se produce en una ciudad occidental o europea, tiene muchísima más difusión que si se produce, por ejemplo, en Kabul o en Bagdad, o en tantos otros lugares, y esto es así.

Falta una ética. No tenemos una ética del conocimiento, de la difusión de las noticias, de la propaganda.

No creo que nadie nazca irremediablemente terrorista. Estos fenómenos tienen una serie de causas, unos elementos que los propician, los rechazan y los reducen. Tendría que hacerse ese esfuerzo. Ese tipo de estudios tendrían que llevarse a cabo.

Cada vez estamos más desarrollados, cada vez estamos en unas circunstancias de mayor comodidad, cada vez la vida ofrece mayores fórmulas de atracción, ocio y descanso, cada vez nos vamos desarrollando más económicamente. Y cada vez somos más desiguales. Al mismo tiempo que aumenta más la riqueza en términos materiales, aumentan las desigualdades interiores. Cada vez hay más riqueza acumulada en menos personas, y cada vez hay mayor pobreza acumulada en más personas, en más sociedades.

Cada vez, el mundo progresa más, y es más injusto. Es una gran paradoja. Y eso ya no nos sitúa únicamente en el campo del orientalismo o del Islam. Eso nos sitúa en el campo de la aventura humana universal.

¿Qué mirada lanza occidente a oriente?

Yo creo que se trata, todavía, de miradas que son rehenes del pasado, y que se basan en la creencia de que eso que se llama la cultura occidental, no solamente es distinta de la oriental, sino que, sencillamente, es superior. Y lo es en todos los terrenos: no solamente una superioridad material, en el empleo de los medios de vida inmediatos. Es una superioridad moral, y ahí está el peligro.

Occidente se piensa moralmente superior a oriente. Cualquier occidente y cualquier oriente. Y nos seguimos moviendo con categorías esencialistas. El oriente es esto, y el occidente es esto.

No hemos hecho, por ejemplo, una cirugía de la moralidad o de la ética. Todo eso sería absolutamente conveniente. Pero requiere mucho esfuerzo, mucho conocimiento, renuncia a una serie de placeres de la existencia, una ponderación de elementos que no sabemos hacer, sobre todo socialmente.

¿Puede hablarse de neocolonialismo hoy en día?

El colonialismo murió hace mucho tiempo. Los estudios que se llaman postcoloniales o decoloniales demuestran que el colonialismo como momento histórico, terminó hace mucho tiempo. Pero, a fin de cuentas, lo que ha pasado es que las múltiples formas de colonialismo han sido sustituidas por múltiples formas de neocolonialismo.

El colonialismo, tal y como se conocía, del siglo XIX y hasta la primera mitad del XX, prácticamente ha terminado, excepto pequeñísimos ejemplos que son absolutamente insignificantes. Las potencias coloniales han dejado de existir como tal, pero han sido sustituidas por potencias neocoloniales, y el colonialismo ha sido sustituido como neocoloniales.

Yo me planteo si lo que está ocurriendo en sitios como Siria, desde hace 6 o 7 años, y en Iraq desde hace algo más de tiempo, se deben en parte a movimientos neocoloniales y no solo a razones de carácter interno. Las confrontaciones producidas entre la máxima representación neocolonial, que serían los Estados Unidos de América, y una fórmula no concretada pero en trámites de formación, como sería el ascenso de Rusia a esa nueva condición de elemento no colonial, son actuales y se van a mantener.

Intervencionismo de EE.UU. en el conflicto israelí-palestino

Yo creo que es un intervencionismo que está bastante claro, desde hace tiempo. Estados Unidos es el socio fundamental de Israel. No solamente es el socio fundamental de Israel, sino que es su patrono o padrino. Si Israel, en gran parte, es un hecho colonial, el mantenimiento de Israel es en gran parte un hecho neocolonial.

No creo que se pueda afirmar de una manera consciente que Estados Unidos ha dejado de proteger a Israel. Lo sigue protegiendo, tratando de buscar, más que una solución, una salida al eterno conflicto palestino-israelí. Es posible, pero las fórmulas que, hasta ahora, Estados Unidos ha creado, no han servido para nada.

Hasta ahora, las reglas del juego no han cambiado. Estados Unidos sigue siendo el padrino de Israel y, por lo que se puede apreciar, lo seguirá siendo durante bastante tiempo.

¿Cómo podemos explicar que dentro de dos, tres o cinco años exista un nuevo Estado en el complicado mapa del próximo Medio Oriente, que se llame Kurdistán, y siga sin existir un Estado Palestino?

El conflicto palestino-israelí es el conflicto más antiguo del mundo, superando el siglo, aunque no se diga habitualmente. Y es un conflicto que carece de elementos de posible solución.

Algunos datos biográficos de Pedro Martínez Montávez 

Pedro Martínez Montávez es uno de los arabistas contemporáneos más influyentes. Es Catedrático Emérito en la Universidad Autónoma de Madrid, universidad de la que fue Rector de 1978 a 1982. 

Tras estudiar una licenciatura en filología, entre 1958 y 1962 fue director del Centro Cultural Hispánico (actual Instituto Cervantes) de El Cairo. Se doctoró en filología semítica por la Universidad Complutense de Madrid, donde fue profesor entre 1962 y 1969.

Obtuvo la cátedra de Historia del Islam en la Universidad de Sevilla, donde ejerció entre 1971 y 1972, para trasladarse luego a la Universidad Autónoma de Madrid, donde ejerció hasta 2003.

Es Doctor Honoris causa por las Universidades de Jaén, Alicante y Granada. Obtuvo el Premio Shaykh Zayed del Libro, como "Personalidad cultural del año  2008”.

Es miembro de la Academia de la Lengua Árabe de Ammán y fue presidente de la Asociación de Amigos del Pueblo Palestino.

Su trabajo se ha centrado en el ámbito del pensamiento y la literatura árabe contemporáneas, terreno en el que ha sido precursor dentro del arabismo español, pues este se centraba hasta entonces en el estudio del legado andalusí y la lengua árabe como lengua clásica. 

Es autor, entre otras obras, de Poesía árabe contemporánea (1958);  Poetas palestinos de resistencia (1974); Exploraciones en literatura neoárabe (1977); Ensayos marginales de arabismo (1977); Introducción a la literatura árabe moderna(1985) o Literatura árabe de hoy (1990).

22 febrero, 2018 / María de la Cruz - Fundación Euorárabe

 

Share this post